La historieta en postguerra

En la postguerra, adquiere un gran desarrollo las escuelas franco-belga gracias a genios del calibre de André Franquin. La historieta empieza a germinar fuera de Estados Unidos.

En Argentina desde los años 40 empezó un desarrollo individual basado en la enorme publicación de historietas antes de la televisión. De esta época son Patoruzú (antecedente gráfico de Astérix) , las tiras de la revista Tía Vicenta, y ya en los años cincuenta empieza la historieta de aventura, escrita por el guionista Héctor Germán Oesterheld que reunió a Hugo Pratt, Alberto Breccia, Francisco Solano López, y creara en 1957 la obra maestra El Eternauta. Esta historieta de Buenos Aires es el primer antecedente para la «historieta de autor», después desarrollada en Europa.

A partir de los años sesenta, se afianza una nueva conciencia del medio, sobre todo en Francia. Poco a poco, la historieta dejará de ser un producto popular para convertirse en un medio minoritario, salvo en Japón. Precisamente será esta historieta japonesa la que empezará a triunfar por todo el mundo a partir de los años ochenta.
Mientras, en Europa, el cómic también tenía buena aceptación creándose tiras tan famosas como Tintín, creada por Hergé, Lucky Luke de Morris o Los pitufos de Peyo en Bélgica; mientras en Francia se publicaba la revista Pilote, con autores como Goscinny y Uderzo, los creadores de Astérix y Obélix, y en Italia aparecía ya en 1967 Corto Maltés de Hugo Pratt.

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